Ninjas urbanos

(Publicat a La Vanguardia l’01/02/2008)

ParkourDeporte y filosofía. Confianza en uno mismo y capacidad de adaptación a todas las situaciones. Les llaman ninjas urbanos o samurais modernos, aunque la denominación oficial es “traceur” o “traceuse” (en femenino).

Practican el Parkour, o arte del desplazamiento, también llamado Freerun o incluso Freeflow, para el que no necesitan ni un espacio concreto ni material sofisticado. Sólo unas buenas zapatillas. Y la ciudad.

Saltan tejados, balcones o escaleras públicas en una espectacular carrera de obstáculos en la que lo único que cuenta es “ir de un punto a otro de la forma más rápida y fluida posible usando las posibilidades del cuerpo humano”.

En YouTube, los “traceurs” cuentan con más de 50.000 referencias donde explican la filosofía de este juego con la arquitectura urbana que, según dicen, desarrolla “cuerpo y espíritu”, desde hace ya más de 15 años.

Nació en Lisses (Essonne), cerca de París, en los 90, de la mano de David Belle (1973), que lo define como “una manera útil y armoniosa de desplazarse en el entorno urbano por medios propios”.

Y se ha convertido en un deporte, “sin federación, ni clubes, ni competición, ni dinero, ni normas”, dice Belle, que han popularizado varios anuncios, videojuegos y películas como Yamakasi (2001), guionizada por Luc Besson, o Banlieue 13 (2003), dirigida también por el creador del Quinto elemento.

En los últimos años se ha extendido por Estados Unidos, Canadá, América Latina, Sudáfrica, Australia y la mayoría de los países europeos, incluyendo a España, donde ha calado sobre todo en Madrid y Barcelona.

En los foros, algunos aseguran que es “una locura”, otros que es “peligroso” y que no tiene sentido. Dani Sampayo, considerado el precursor del Parkour en España y citado en varios sitios web especializados, lo rebate: “Saltar por saltar es fácil, pero hacerlo con sentido, no”.

Por su parte, Belle recomienda “voluntad, perseverancia, pero también humildad”. No hay que hacer nada de lo que no se esté completamente seguro. Se trata de superarse, dice, pero “es inútil buscar la libertad y acabar en una silla de ruedas.”

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