‘Ceci n’est pas un iPhone’
¿Qué pasa cuando le disparas a un Macbook Air? Para Michael Tompert, el ordenador se convierte sencillamente en una estructura -o escultura- que ‘respira’, y que ha titulado oportunamente Breathe. No lo hace por animadversión hacia la marca de la manzana. Tampoco quiere ser “ofensivo” ni “faltarle al respecto” a la empresa de Steve Jobs, para la que, por cierto, trabajó durante tres años. A Tompert, director de arte de un estudio de diseño de Palo Alto (California, Estados Unidos), sólo le interesa mostrar la relación que la gente tiene con “la novedad, el fetichismo, la moda, la libertad y la dependencia tecnológica”.
La idea le vino estando en casa, después de ver a sus hijos pelearse por un iPod, intentar separarles y acabar destrozando el aparato. “Quería mostrarles que sólo son objetos”, cuenta en el blog The Cult of Mac. Pero entonces también se percató de que las tripas de los gadgets eran perfectos “detalles iconoclastas de las devociones de nuestra cultura” y que merecían ser mostrados.
Así que compró iPhones, iPods, Macbooks y un flamante iPad para quemarlos, golpearlos, acribillarlos y fotografiar el resultado. Para ello, se alió con Paul Fairchild, que combinó la fotografía de alta resolución con el escáner y la toma de imágenes mediante el mismísimo iPhone para crear 12 estampas impactantes con visos surrealistas, de más de un metro de ancho en algunos casos.
La colección, titulada 12LVE, que estuvo expuesta en la Live Worms Gallery de San Francisco del 12 al 14 de noviembre, no ha dejado indiferentes a los que la han visto. ¿Crítica u homenaje a Apple? Algunos fans de la manzana se lamentan de que Tompert se haya atrevido a destruir productos que son “una obra de arte por sí mismos”, mientras otros comentan irónicos que no les sorprendería que Jobs comprara alguna de las imágenes para colgarla en las oficinas de Cupertino.